Crticas de Close (2022) - FilmAffinity

August 2024 · 4 minute read
Esta pelea supone la última vez que se hablan y se miran a los ojos. A partir de este momento, el refugio de Léo, antes la casa de Rémi, amarilla, luminosa, que simbolizaba la amistad y la alegría será sustituida por su propia casa, en la que impera el azul, los colores oscuros, fríos, simbolizando la tristeza y la soledad que, ahora, envuelve al personaje. A su vez, no veremos nunca más a Léo vestido de blanco, sino que lo veremos con distintos colores acorde con el resto de los compañeros simbolizando la finalmente lograda integración de Léo en el grupo, lo que este tanto deseaba. Esta integración ocurre concretamente en la playa, donde Léo está jugando con el resto de los compañeros como un integrante más del grupo, vestido con los mismos colores.

Tristemente hay que volver al autobús, poner rumbo a casa, y hacer frente a la pérdida de su amigo Rémi. De aquí en adelante el color rojo, propio de Rémi, desaparece (con él) del filme salvo en el caso de un personaje, que adopta dicho color como propio, esto es, su madre en su estado más pasional y vulnerable (en el funeral, en el concierto, cuando visita a Léo en el hockey).

Sin embargo, vuelve el color rojo de nuevo materializado en las flores, cuando es Léo el que replanta las flores rojas (aquellas que fueron desarraigadas anteriormente y que desencadenaron la tragedia) simbolizando el resurgir de la esperanza y del amor y siendo el hermano quien adopta, por último, el color rojo como propio, actuando como parche o sustituto de aquel amigo tan querido, con el que juega y duerme.

Llegando al tramo final de la cinta, una de las últimas escenas, de las más simples, creo que tiene un valor especial. Hablo de la última vez que Léo vuelve a casa de su mejor amigo y mira por la ventana, a través del cristal, para descubrir que la casa amarilla, ahora está vacía, inhabitada, donde ni siquiera siguen los muebles que una vez estuvieron. Esta vez relacionando el amarillo con los recuerdos que evoca la propia casa. Encontramos a Léo como mero observador desde el exterior, quien antes estaba rodeado de esas mismas paredes amarillas, alegres, pero ya no. Ahora, las mira desde fuera, desde la tristeza y la soledad, y recuerda la alegría y la amistad, desde la distancia, con nostalgia y melancolía. Esta escena no es solo un niño mirando una casa a través de una ventana, señoras y señores, esto es pura poesía visual.

Cabe mencionar también que la poesía no solo la encontramos protagonizada por el color. El director crea rimas visuales mediante la repetición de planos y secuencias, en las que en un primer momento estaban los dos amigos, mientras que cuando son repetidas, Rémi ya no está, acentuando así la ausencia del personaje en la vida de Léo. También, encontramos una confrontación muy poética entre el daño físico, derivado de una rotura de brazo, el cual cura rápido y sin problema, y el daño sentimental, causado por la pérdida de un buen amigo, que no termina de sanar jamás.

Pero, volviendo al color y para terminar, es la última secuencia la que debe de ser analizada en especial; Léo corre por el campo, entre las flores, como solía hacer con Rémi. De repente se detiene y mira hacia atrás, buscando a su mejor amigo con la mirada, pero este ya no está, ya no lo sigue corriendo como en los viejos tiempos. Al no encontrarlo, vemos como Léo vuelve la mirada hacia el frente y continúa corriendo. Créditos. En mi opinión, no es tanto el gesto de dejar atrás la figura de Rémi, como el de seguir adelante con su recuerdo. Así, finalmente, en el campo hay flores rojas, tal y como solía haberlas, sin embargo, no las hay blancas y, en su lugar, ahora aparecen de color rosa (blanco + rojo), alegorizando que la pureza y la neutralidad han sido manchadas por la pasión, y simbolizando de esta forma el cambio del personaje de Léo, que deja de ser blanco, frente al recuerdo de Rémi, que nunca dejará de ser rojo.

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